Boletín agosto, 2025

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Hotel Bambuda Santa Catalina: Un Refugio Frente al Mar

Desde su apertura en 2021, el Hotel Bambuda Santa Catalina ha sido un santuario donde el océano Pacífico se convierte en tu compañero constante. Con 22 habitaciones —premium, familiares y dormitorios compartidos— todas con aire acondicionado, decoración moderna y acogedora, y vistas ininterrumpidas al mar, cada amanecer aquí es una invitación a la calma y la inspiración.

Su ubicación privilegiada, en el pintoresco pueblo de Santa Catalina y a solo unos minutos a pie de la playa Arrimadero, te conecta fácilmente con el corazón local: tiendas de surf, cafés con encanto y centros de buceo. Desde aquí, el horizonte no es un límite, sino un punto de partida para explorar la belleza intacta de la región.

Relájate en la piscina de agua salada mientras contemplas un atardecer que pinta el cielo de oro y coral, o saborea en el restaurante y bar un menú diverso con opciones veganas y sin gluten, pensado para todos los paladares. Conexión Wi-Fi gratuita, un inspirador espacio de coworking y actividades nocturnas como cenas comunitarias o noches de trivia, crean un ambiente donde la hospitalidad y la comunidad se sienten auténticas.

Si buscas aventura, podrás surfear en Playa Estero, sumergirte en las aguas cristalinas del Parque Nacional Marítimo Isla Coiba —un paraíso de islas y playas vírgenes— o descubrir el entorno en bicicleta o a caballo en excursiones organizadas por el hotel. Si lo que quieres es desconectar, el jardín y la terraza con tumbonas serán tu rincón de serenidad.

Parque Nacional Isla Coiba – una Aventura Inolvidable en el Paraíso Tropical

Desde el encantador pueblo costero de Santa Catalina, zarpa hacia uno de los tesoros más extraordinarios del Pacífico: el Parque Nacional Marítimo Isla Coiba, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. A las 9:00 a.m., el día comienza con la suave caricia de la brisa marina y el murmullo de las olas, mientras tu embarcación se adentra en un mundo donde la naturaleza dicta su propio ritmo.

En cada parada, el archipiélago revela postales vivientes: islas vírgenes cubiertas de verde intenso, playas de arena blanca y aguas tan cristalinas que parecen fusionarse con el cielo. Entre manglares y bahías escondidas, descubrirás rincones de una belleza intacta, custodiados por una biodiversidad que asombra.

El snorkeling aquí es una experiencia sensorial única: flotar sobre jardines de coral prístinos, nadar junto a elegantes tortugas marinas y dejarse envolver por el danzante desfile de peces multicolores.

Entre julio y octubre, la magia se eleva aún más: con un toque de suerte, podrás avistar ballenas jorobadas, colosales y majestuosas, que llegan desde las frías aguas australes para dar a luz y amamantar a sus crías en la calidez protegida del Pacífico panameño.

A bordo, un almuerzo cuidadosamente preparado te invita a saborear la gastronomía local, mientras el horizonte se tiñe con matices de azul y el tiempo parece detenerse.

Este no es solo un tour; es un día de conexión profunda con la naturaleza, de momentos que despiertan el alma, renuevan el espíritu y permanecen en la memoria como un lujo que va más allá de lo material.

Fortificaciones del Caribe Panameño – Tesoros Históricos Patrimonio Mundial

En la exuberante costa caribeña de Panamá, se alzan dos joyas arquitectónicas de la época colonial: los Fuertes de Portobelo y San Lorenzo. Inscritos por la UNESCO en 1980 como Patrimonio Mundial, estos monumentos encarnan el legado de las fortificaciones militares españolas en el continente. Desde 2012, figuran también en la Lista de Patrimonio Mundial en Peligro, un recordatorio de la fragilidad de nuestra herencia ante el paso del tiempo y la presión del desarrollo.

El Castillo de San Lorenzo, erguido sobre un imponente acantilado en la desembocadura del río Chagres, fue durante siglos centinela de la ruta transístmica. Desde sus murallas, protegía el tránsito de mercancías y tesoros que viajaban desde el Pacífico hacia Europa. Sus piedras guardan historias de asedios legendarios, como el ataque de 1596, cuando el pirata inglés Francis Drake y su capitán Thomas Baskerville intentaron conquistarla, o el de 1671, cuando Joseph Bradley, al servicio del célebre Henry Morgan, tomó el fuerte y destruyó gran parte de sus estructuras.

A poca distancia, el Fuerte de Portobelo y las edificaciones coloniales del pueblo del mismo nombre evocan una época dorada del comercio transatlántico. Entre los siglos XVII y XVIII, este puerto fue uno de los más estratégicos de América, custodiando las riquezas del Nuevo Mundo rumbo a la Corona Española. Su arquitectura militar —con joyas como el Fuerte San Jerónimo y la Batería Santiago— es un testimonio de la ingeniería y el arte defensivo de la época.

Recorrer estos lugares es sumergirse en una historia que huele a sal y pólvora, donde el Caribe se mezcla con relatos de corsarios, rutas de tesoros y estrategias imperiales. Es vivir la emoción de tocar siglos de historia, mientras la brisa marina acaricia el rostro y la vista se pierde en un horizonte que fue testigo de conquistas, sueños y leyendas.

Ordovician Beach Resort – Isla Grande – Panamá
Donde el lujo abraza el Caribe

Enclavado en la joya tropical de Isla Grande, el Ordovician Beach Resort es un santuario frente al mar que redefine la experiencia caribeña. Sus 47 habitaciones —incluidas 8 exclusivas suites con vistas panorámicas al océano— han sido concebidas para deleitar cada sentido. Entre sábanas de algodón egipcio y terrazas privadas bañadas por la brisa, cada amanecer se convierte en un ritual de serenidad, acompañado por la sinfonía del oleaje.

La playa privada, de arena blanca y aguas cristalinas, es tu puerta a un paraíso sin interrupciones. Cruza hasta tu chaise longue y siente la calidez del sol acariciar tu piel, o sumérgete en la piscina infinita que se pierde en el horizonte azul. El spa de estilo balinés te invita a un viaje de bienestar profundo, mientras que el gimnasio de última generación equilibra energía y vitalidad.

En el restaurante de autor, la gastronomía local se viste de gala: ceviches vibrantes, mariscos frescos y creaciones gourmet que celebran los sabores del Caribe con un toque refinado.

La aventura comienza a pocos pasos: snorkel entre arrecifes multicolores, kayak al atardecer, paddle board por los manglares o caminatas guiadas que desvelan las historias y tradiciones de la cultura garífuna.

Al caer la noche, el bar frente al mar se convierte en el escenario perfecto para brindar con un cóctel artesanal, mientras la brisa salada y el reflejo de la luna sobre el agua crean un instante que trasciende el tiempo. En Ordovician Beach Resort, cada momento es una obra maestra de placer y desconexión.

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